Una breve síntesis de la inserción de Brasil en la globalización
- RICARDO GOMES RODRIGUES
- 25 de fev. de 2021
- 8 min de leitura

La formación del mercado brasileño de comoditas

Históricamente, los brasileños han tenido dificultades para capacitarse y mejorar sus ingresos y niveles de consumo, y ni siquiera el vertiginoso crecimiento industrial de las décadas de 1960 y 1970 ha logrado cambiar eso.
La razón es simple; los procesos de desarrollo económico en Brasil siempre han sido excesivamente dependientes de su desempeño en el mercado externo para generar más divisas, y no en la formación de un mercado interno sólido mediante la consolidación de los procesos de producción y consumo.
Cuando en las décadas de 1960 y 1970, aún no había como las maravillas de la agroindustria actual, el objetivo era exportar productos industriales, al igual que las políticas vigentes en toda Asia entonces; con la diferencia de que no hemos pasado a la fase siguiente en la formación de un mercado de consumo sólido como sucedió con la China comunista y Corea del Sur, por ejemplo.

Entonces, el proceso de industrialización brasileño se convirtió en prisionero de un mercado externo de baratijas industriales yanquis, incapaz de competir con sus homónimos de China comunista, Corea del Sur o Japón durante los años 60 y 70.
Si bien estos países asiáticos han pasado a la siguiente fase en la formación de un mercado interno sólido, invirtiendo en consecuencia en un proceso coherente de desarrollo tecnológico propio; aquí en Brasil continuamos prisioneros de políticas de sustitución importados; enfocados a un mercado interno de bajos ingresos y, por ende, de bajo desarrollo tecnológico, así como a un mercado externo donde no podíamos competir con los asiáticos por las mismas razones.
Las diferencias entre el desarrollo de la China Comunista y Brasil
La pregunta que queda es la siguiente: cómo fue que los asiáticos pasaron a la fase siguiente de un desarrollo tecnológico propio y con formación de un mercado interno de altos ingresos y nosotros aquí en Brasil no lo logramos. La respuesta está en las políticas de inserción en la globalización, a las que actualmente estamos sujetos, pero que comenzaron a finales de los setenta y principios de los ochenta.
La elaboración del plan vial brasileño definió entonces lo que sería hoy esta gigantesca área del maravilloso mundo de la agroindustria. La consecuente y formidable marcha hacia el Medio Oeste que se inició a fines de la década de 1950, con la ayuda de este plan de ocupación del territorio nacional, sumó se una enorme cantidad de activos en la economía, que se convirtieron en ciudades, granjas, gasolineras de producción y supermercados, entre otros.

Estos activos crearon un gran impulso en la economía brasileña en las décadas siguientes, que fue acompañado en gran medida por los procesos de industrialización impulsados por las políticas de sustitución de importaciones. A fines de la década de 1980, la economía de Brasil alcanzó un nivel de desarrollo e industrialización mucho más alto que el de Corea del Sur y la China comunista en ese momento; colocándonos entonces entre las 5 primeras economías del mundo.

Desde 1980, las políticas de inserción forzada de los yanquis, en lo que se convertiría en la globalización actual, han tomado un rumbo diferente, favoreciendo el desarrollo industrial y tecnológico, así como la formación de un mercado consumidor fuerte, pero solo para Asia.
Al mismo tiempo, los intereses yanquis en nuestra región comenzaron a contener a la economía brasileña dentro de los límites de la agroindustria; no solo como proveedor agrícola, sino también de minerales a través de Vale do Rio Doce, definiendo estrategias conjuntas para la inserción global de estas comoditas con las multinacionales Bunge y Cargill. En Asia, al mismo tiempo, aparecen Toyota, Samsung, Hyundai, Kia y otros con características típicas de los productos de consumo industrial.
Características del mercado brasileño de consumo
A partir de 1980, el proceso de industrialización en Brasil decayó rápidamente junto con la formación de los ingresos de los brasileños, lo que condujo a este estancamiento en el mercado de consumo, que se ha prolongado hasta hoy.
El impresionante repunte inflacionario que siguió no solo en Brasil, sino también en México y Argentina, se debió a los procesos yanquis de inserción de estos países en la formación de la globalización actual.

Mientras que, en toda Asia, la impresión de dinero fiduciario (Fiat Money) se utilizó ampliamente para aumentar el empleo, los salarios y los ingresos. Aquí en nuestro subcontinente, los financieros de Wall Street impusieron tremendas restricciones a estas políticas de emisión fiduciaria, utilizando se dé la especulación cambiaria para provocar hiperinflación, conteniendo así la emisión de divisas por parte de todos los países de nuestra región.
Dejaron claro, entonces, que nuestra inserción en la globalización estaría enfocada solo en la producción de comoditas. Y que cualquier otro proceso de adquisición de divisas se daría únicamente a través de la acumulación de reservas externas, destinadas a la estabilización y apreciación del cambio nacional con el fin de incrementar el consumo de productos importados de Asia, en caso contrario, los procesos de especulación financiera y consecuente hiperinflación volverían, amenazando así, la estabilidad económica y financiera de países que se atreven a desvincularse de estas políticas de globalización yanquis de Boston, Nueva York y Wall Street.
El caso de Argentina es ejemplar; mostrando o cuánto las acciones de los yanquis a través de estas especulaciones desde Wall Street les sirvió para imponerles, por un lado, un proceso inflacionario eterno, y por otro, una desindustrialización acelerada. En Asia, la impresión a gran escala de dinero fiduciario (Fiat Money) se utilizó ampliamente para crear en menos de 30 años una economía de 18 trillones de dólares como en la China comunista.
En Argentina, ese mismo uso del dinero fiduciario fue reprimido en gran medida por la especulación financiera en Wall Street, siempre dando la impresión de que todo se debía a la falta de “ciertas” reformas económicas neoliberales, que nunca se utilizaron en Asia, fomentando allí un mercado sólido de producción y consumo, y aquí este inmenso estancamiento y decadencia social.
El Mago de Agro-Ózy el Vuelo del Pollo
En Brasil, el caso fue similar con una excepción. Después del Plano Real, a fines de la década de 1990 y principios de la de 2000, las inmensas áreas reservadas para la agroindustria comenzaron a dar sus frutos, generando enormes cantidades de reservas de divisas; en la misma medida en que se iniciaron los procesos de industrialización forzada y aumentos de salarios e ingresos en la China comunista y en toda Asia; lo que terminó produciendo un vertiginoso aumento en el consumo de productos agrícolas para la producción de alimentos.

El resultado fue la progresiva estabilización de la moneda nacional de Brasil hasta llegar a los 350 mil millones de dólares actuales en reservas de divisas, iniciando así un proceso de sobrevaloración del Real, llegando en ese momento a colocarnos artificialmente como la 4ta o 5ta economía del mundo, dando toda una falsa impresión de aumento de ingresos para los brasileños.
Esta repentina apreciación del Real obviamente no fue suficiente para incrementar o modificar la formación histórica de la estructura del ingreso brasileño, sino sólo para darnos una falsa impresión de un aumento del poder adquisitivo real de la moneda nacional a través de un mayor consumo de bienes importados.
Estas variaciones cambiarias artificiales, combinadas con la precariedad histórica continua y persistente en la formación de empleos de baja productividad en Brasil, nos llevaron a un mercado de producción y consumo inestable, que ora crecía, impulsado por el abundante crédito y un tipo de cambio sobrevaluado, pero que rápidamente se agotó debido a estos bajos niveles de productividad laboral, que crearon, y aún crean, inestabilidad en la formación de salarios e ingresos de los brasileños, lo que nos lleva a caídas y aumentos cíclicos tanto en los niveles de consumo como de producción. Este proceso se conoció como el desarrollo del vuelo del pollo.
El Mago de agroindustria ydesindustrialización

Estos procesos de caminar y detenerse en el desarrollo de la economía brasileña aceleraron la desindustrialización, ya que el mercado consumidor brasileño se quedó sin aliento y las industrias locales no adquirieron economías de escala para la producción de bienes más competitivos y con mayor productividad de sus procesos industriales. Asimismo, el proceso de consumo de importados decae rápidamente por las mismas razones, favoreciendo la acumulación de reservas de divisas al inhibir las rentas disponibles para las importaciones.
El trasfondo de este tema de la formación de un mercado consumidor sólido en Brasil está, como puede verse, estrechamente vinculado; por un lado, a las políticas de inserción forzada de Brasil en esta globalización; y por otro lado por los anacronismos persistentes en la formación de empleos de baja productividad. Y sus principales razones son estas:
Primero, en la medida en que el uso de dinero fiduciario (Fiat Money) fue severamente inhibido por los yanquis en Wall Street, el crecimiento de los sueldos, salarios e ingresos en Brasil quedaran se estancados en comparación con Asia, dependiendo solo de variaciones cambiarias artificiales; como consecuencia ficamos atrapados en el famoso círculo vicioso del desarrollo del vuelo del pollo, repitiendo un pobre proceso histórico de formación de empleos de baja productividad.
En segundo lugar, el enfoque exagerado de la economía brasileña en la producción de materias primas a través de Bunge, Cargill y Vale do Rio Doce, por ejemplo; impuso una inhabilitación en la formación de todo un mercado de trabajo y consumo en Brasil, que, por tal motivo, tornó se deficiente tanto para el desarrollo de las industrias locales como para el consumo de productos importados; haciendo que los salarios e ingresos disminuyesen, así como la capacidad de consumo de los brasileños; afectando así la cantidad de puestos de trabajo disponibles en la economía en su conjunto.
En tercer lugar, en la medida en que se han languidecido los salarios, los ingresos, el consumo y, en consecuencia, el tamaño del mercado nacional brasileño; sólo mediante la acumulación de reservas de divisas no bastaba como para inyectar dinero a gran escala en la economía para generar más puestos de trabajo y aumentos de salarios e ingresos. Manteniendo se esté conocido proceso histórico de formación de empleos de baja productividad e ingresos en Brasil, reforzando el vuelo del pollo, ya que al final no hubo ganancias efectivas para la promoción de un desarrollo económico nacional virtuoso con ganancias de productividad efectivas del trabajo de brasileños.
Por otro lado, la impresión de dinero fiduciario (Fiat Money) fue muy utilizada en la China comunista y en Asia, en general, junto con los elevados saldos de la balanza comercial. Con esto, se inyectaron ingentes recursos monetarios a las economías asiáticas locales, generando más puestos de trabajo y con mayor productividad, mejores salarios y mayores ingresos y, como consecuencia, creando hoy este enorme mercado de producción y consumo.
La conclusión final que queda de esta breve síntesis de la inserción internacional de la economía brasileña es que, al final, lo que realmente marcó la diferencia entre el desarrollo de Brasil y la China comunista y el resto de Asia fue el uso generalizado de la impresión de dinero fiduciario. o mejor conocido como “Fiat Money”.

Allí, el dinero fiduciario se utilizó a gran escala y aquí fue en gran parte reprimido por las élites neoliberales de Boston, Nueva York y Wall Street para definir estas políticas actuales de inserción en la globalización; donde Asia tiene un alto nivel de desarrollo económico e industrial y nosotros estamos disminuyendo en este progresivo desempleo y desindustrialización.
Estos efectos negativos de la globalización no ocurrieron solo en Brasil, sino que se extendieron por todo el continente americano, incluido Estados Unidos, reduciéndonos a todos, necesariamente, a simples productores de las maravillas de las mercancías del Mago de Agro-Óz, y su consecuente subdesarrollo social.
Por el profesor Ricardo Gomes Rodrigues
São Carlos, SP, Brasil
30 de febrero de 2021
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