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El Nuevo Orden Mundial

La idea de que se está gestando un nuevo orden mundial desde Estados Unidos, China y Rusia es miope y se basa en criterios anticuados del siglo XIX que intentan revivir el pasado colonialista europeo ahora a través de los norteamericanos, chinos y rusos.


El tema crítico actual en la geopolítica mundial es el hecho de que la población de este planeta ha alcanzado los 8 mil millones de habitantes, mucho más que los 700 millones de finales del siglo XIX.


Es este peso político de este grupo demográfico el que impone severas limitaciones a la definición de un nuevo orden mundial, en la línea del imperialismo tradicional de hace 100 años.


América Latina tiene 800 millones de habitantes, Oriente Medio se acerca a los 1.000 millones, incluyendo a Irán.


La cuestión entonces es la insostenibilidad de los procesos coloniales en estas dos regiones (América Latina y Oriente Medio), tanto por parte de Estados Unidos como por parte de Europa y, en el pasado, de la antigua Unión Soviética, que encuentra en la Rusia de hoy su heredera inmediata.


Estados Unidos vive por encima de sus posibilidades en una vertiginosa y demencial pirámide financiera global que pretende darle los recursos para mantener estas colosales fuerzas armadas en todos los continentes.


Un quiebre en esas finanzas disparatadas que han estado convirtiendo la deuda en liquidez desde 1945 a través de un dólar improbable, y los yanquis no podrán mover sus flotas o ejércitos.


Rusia se ha reorganizado bastante bien desde el colapso soviético, pero está muy lejos de tener poder financiero para mover tropas y escuadrones para imponerse políticamente. Rusia es prisionera entre dos mares: el Negro y el Báltico.


China no es creíble como superpotencia ya que es un apéndice de esta locura en la que se ha convertido el sistema financiero estadounidense, basado no en la riqueza efectiva, sino en una pirámide fiduciaria insostenible incapaz de responder a las necesidades de los 8 mil millones de habitantes que hoy viven en nuestro planeta.


La capacidad financiera y, por tanto, militar de China, y su consecuente inserción en la geopolítica actual, no va mucho más allá del Tíbet. No tiene personal capacitado, a pesar de los esfuerzos de Harvard, no tiene credibilidad financiera porque es comunista, y por eso depende del apoyo yanqui para mantener a los chinos en este increíble juego de superpotencia que nunca fueron.


Desde un punto de vista estrictamente militar, nadie se convierte en una superpotencia en menos de 30 años, cuando hace 40 años los profesores fueron arrojados por las ventanas de las universidades, en esa infame revolución cultural de Mao Zedong.


Frente a estos hechos, la cuestión crítica ahora es la "descolonización" de América Latina que vive este insoportable malestar puertorriqueño, cuando 800 millones están siendo dominados por 300 millones de anglosajones que se parecen cada vez más a intrusos culturales, basando su poder en la institución de castas cívico-militares corruptas en todo el subcontinente para imponer su cada vez más insoportable dominación política y cultural.


El más crítico es el hecho de que Estados Unidos ha reducido la economía de sus vecinos latinos a la de productores agrícolas, hecho que obviamente es incapaz de generar desarrollo para 800 millones de habitantes, creando un mercado de consumo de reserva para sus inversiones industriales en la China comunista.


Estos son los orígenes del malestar latinoamericano que no tiene perspectivas de desarrollo a largo plazo, salvo la ruptura de este pacto colonial de las castas cívico-militares, derribando el patio trasero del prostíbulo yanqui impuesto por Washington.

Oriente Medio está viviendo algo similar, aunque no hay un pacto colonial que romper como en el caso "latino", pero el problema son los árabes, que están agotados por este colonialismo que ha durado siglos.


El colapso de los estados seculares militaristas en Libia, Irak y Siria deja claro un cierto renacimiento de la cultura árabe islámica, y este es un hecho histórico que creó el propio Imperio Islámico-árabe que, con el fin de los regímenes militares de Saddam Hussein, Gadafi y Al-Saad obliga a la región a volver a sus orígenes.


Conclusión, América Latina con 800 millones y una economía agraria, y Oriente Medio con 1.000 millones y un colonialismo mugriento de siglos, sumado a unos Estados Unidos que viven en una ilusión de riqueza y poder ya gastada desde hace mucho tiempo, junto a una China que nunca fue, y una Rusia que nunca volverá a ser, es el desafío a partir de ahora en el siglo XXI.


En otras palabras, ¡la geopolítica del futuro es la descolonización de los "latinos" y los "árabes"!


Por Profesor Ricardo Gomes Rodrigues

18/06/2025

 
 
 

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